Ayer los noticieros echaban humo como casi todas las mañanas y tardes con los testimonios fotográficos de la marea invasora que se adentra en Europa.
El continente siempre ha sido objeto de la "atención" de otros pueblos como lugar paradisíaco que ha sido ampliamente promocionado por muchos políticos descerebrados.
Prescindiendo del contexto global europeo y de su nefasta política en todos los sentidos, ayer nos sorprendía algo las noticias de que los ayuntamientos españoles han emprendio una carrera para demostrar cuál de ellos se muestra más "solidario" .
Las corporaciones populistas hacen la cucaña y se deslizan por un soporte que está anclado en las contribuciones de los españoles y en el bienestar de una sociedad que debe arreglar sus deficiencias internas.
La solidaridad hay que comenzar a practicarla con los de dentro primero, que son dejados a los pies de los caballos por todas las administraciones de esta sociedad que se está suicidando lentamente , pero con mucha eficacia.
Los que vienen no se amoldan a las tradiciones y costumbres y enarbolan las pañoletas y las mezquitas con un descaro que produce sonrojo.
Las Naciones Unidas no sirven para nada, los Estados Unidos de América dan instrucciones a todos pero sus fronteras son verdaderos bunker, los países árabes ricos dan ingentes cantidades a los musulmanes radicales para salvar sus pellejitos y la sociedad opulenta europea y la menos rica vive horas de insconsciencia ante lo que se les viene encima.
Y no será porque muchos, no hayamos advertido del estupendo "quilombazo" que está sobrevolando las cabezas de todos.
Los dirigentes con comidas de trabajo y juergas,los ciudadanos de vacaciones y botellones de todo tipo, los economistas analizando la crisis, los partidos políticos entre sedas y tules, las ONGs hablando ante los micros y criticando. En fin , una serie de locuras que están llevando a la vieja Europa a la hecatombre.
Ciertamente que estamos asistiendo a un final de ciclo total que tiene un denominador común en todos los lugares del mundo: el ser humano se ha creído dios y esa magnificiencia se le está volviendo difícil de asumir porque no tiene soluciones para lo más elemental.
Ulises
Ciertamente que estamos asistiendo a un final de ciclo total que tiene un denominador común en todos los lugares del mundo: el ser humano se ha creído dios y esa magnificiencia se le está volviendo difícil de asumir porque no tiene soluciones para lo más elemental.
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