Estos días de octubre son especialmente apasionado spara ciertos catalanes empecinados en escribir la historia de forma estrambótica.
La procesión que hemos contemplado ante el Tribunal de Justicia de Cataluña arropando a la encausada Consejera de Educación por las decisiones tomadas el pasado 9N con motivo del "plebiscito abortado" podría enmarcarse o ser el guión de una película del absurdo.
Todo un gobierno autonómico incumpliendo leyes y normas democráticas y presionando a los jueces. Algo inaudito y sin palabras.
El prestigio de Cataluña está quedando por debajo de los mínimos.
Este asunto desde el punto de vista ciudadano no puede ya dejarse en manos de la justicia.
El pueblo está demandando acciones por parte del Gobierno y de forma seria porque este problema se está deteriorando apasos agigantados y puede traer consecuencia imprevisibles para el futuro de España.
No se puede dejar todo en manos de la suerte y del seny que ya no existe.
Tanta argumentación sobre la democracia no resiste el paso del tiempo.
Los ciudadanos piden el cumplimiento de las Leyes para todos y que aquellos que las incumplan paguen su terquedad y desfachatez.
Los insultos a la nación deben considerarse como un delito grave y el que lo practique debe ser apartado de sus responsabilidades.
Tanta desfachatez y mala educación debe tener responsabilidades.
Cataluña no se merece ser gobernada por semejante políticos que llevan a todos a un callejón sin salida , a la exclusión, el fundamentalismo, la radicalización y el enfrentamiento entre hermanos, además de la división en las familias.
No se puede estar a las tajadas y quedarse también con el plato.
De todas formas el método de estos sujetos independentistas está quedando al descubierto y esta gente que se envuelve en la bandera independentista no está dando precisamente muchas muestras de civismo y democracia.
Ulises
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