lunes, 10 de agosto de 2015

CARTA DEL TORERO CASTELLA

 Reproducimos a continuación la casta que el torero Sebastián  Castella ha publicado en LIBERTAD DIGITAL por su interés y denuncia de lo que está sucediendo.

La fiesta de los toros es una tradición española y hay un determinado grupo minoritario pero muy vocero y vociferante , que pretende terminar con las tradiciones.

Es hora ya de mostrar a esta gente, dueña de la calle ,que el ciudadano medio desea su tradición y el progreso también y enviar a a todo ese tropel al lugar que les corresponde.

Ya está bien de grupitos nudistas llenos de sangre, de insultos y agravios, de niñatas enseñando las tetas en las iglesias, mientras se atiborran de buenos filetes después de una algarada de protesta.

A las niñatas que enseñan sus encantos les recomendamos que hagan prácticas delante de las mezquitas de los" comprensivos" musulmanes porque ellos tienen la clave de la solución.

A los antitaurinos les recomendamos que den instrucciones a sus colegas para que no hagan estragos en las calles en las manifestaciones y se ocupen más de la productividad del país sin acudir a la subvención.

Aquiles
 Sebastián Castella
Sr. Director:
Mi nombre es Sebastián Castella y soy matador de toros. Sé que en los tiempos que corren no es la mejor carta de presentación, pero precisamente por eso me dirijo a usted, cansado de que los toreros nos hayamos convertido en moneda de cambio política y nuestra imagen sea vilipendiada día tras día en el panorama informativo.
Soy francés, afincado en España desde hace casi veinte años. Siempre he admirado a los españoles como pueblo que, históricamente, ha defendido y luchado por su libertad. Y ahora, sinceramente, no lo reconozco.
Cada día presencio con estupor cómo se vulneran derechos fundamentales que, como ciudadano europeo, me corresponden: el derecho a la libertad y la seguridad que reconoce el artículo 6 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea; el derecho a la libertad de pensamiento recogido en el artículo 10 del mismo documento; el derecho a la libertad de expresión y libertad de las artes amparados por los artículos 11 y 13 de dicha carta; o la prohibición de cualquier tipo de discriminación reconocida por el artículo 21 de ese mismo documento.
Si de las leyes españolas hablamos, como ciudadano francés residente en España me irrita ver cómo se vulneran diariamente, cuando al toreo se refiere, los artículos 14 ("Los españoles son iguales ante la ley"), 18 ("Se garantiza el derecho al honor"), 20 ("Se reconocen y protegen los derechos […] a la producción y creación artística") ó 35 ("Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo").
Porque, en efecto, aquellos que estamos en el mundo del toro, como profesionales o como aficionados, somos ciudadanos de segunda, a quienes se nos cercena nuestra libertad de expresión y creación artística en nombre de una presunta corriente animalista que no encierra más que una persecución política e ideológica. Se vulnera nuestro derecho al honor acusándonos día tras día de "asesinos" y se nos priva de nuestro derecho al trabajo cerrando plazas por capricho de quienes, enarbolando la supuesta bandera de la progresía, se creen en el derecho de arrebatarle la libertad a un pueblo que necesita gobernantes que gobiernen por y para todos, incluidos los que les gustan los toros, que somos unos cuantos millones por toda España.
El problema, Sr. Director, es que está mal visto decirlo. Pero o se acaba el tiempo de la vergüenza o se acabará el nuestro. Y primero cercenarán nuestra libertad, y después seguirán muchas otras. Por eso desde estas líneas quiero hacer un llamamiento no solo a los aficionados a los toros o a los que alguna vez han pisado una plaza, sino a todos aquellos que quieren un país libre, libre de verdad: vamos a juntarnos, a darnos la mano; vamos a alzar la voz y a decir con orgullo que queremos ejercer nuestra libertad para ir a los toros sin que nos acorralen en las puertas de las plazas; para decir que nos gustan los toros sin que nos llamen asesinos. Porque hoy son los cosos taurinos, pero mañana será cualquier otra manifestación artística que no les caiga en gracia. El pensamiento único es así.
El toreo no es de izquierdas ni de derechas. No es político. Es de poetas, pintores y genios. De Lorca y de Picasso, dos artistas poco sospechosos de fascistas ni asesinos. Es del pueblo.
Salgamos del armario y llenemos las plazas. Tomemos las calles. Son tan nuestras como de los prohibicionistas. Y nosotros somos más. Y podemos gritar más fuerte.
Diría que es la hora de indignarse, pero no quiero usar palabras manipuladas de antemano. No hay mayor verdad que la de un hombre ante un toro bravo. En nuestra mano está que no nos la quiten.
Atentamente,
Sebastián Castella


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